viernes, 24 de julio de 2009

Publicar y concursar

Según yo ganar concursos y publicar tus textos es algo muy bueno, pero hay veces en las que la realidad me demuestra que podría ser que nomás es pura vanidad.

Una noche que iba de regreso a casita después de uno de esos horrendos días en los que pasa de todo, un señor se me acercó para venderme sus libros, quesque para comprar su boleto de regreso a su tierra. Sus libros en general era de los llamados “Clásicos de la literatura” en ediciones baratas similares a las de Época u otra del mismo pelo. Edgar Allan Poe, Rubaiyat de Omar Khayyam y así, salvo una gran excepción, la que compré.

El título no podía ser más equis: Primer cuentario, por Adalberto Agudelo Duque, escritor colombiano, la segunda y tercera de forros daban cuenta de que era un escritor que en el año en que se publicó ese libro (1980) era un colaborador de diferentes revistas y que ese “primer cuentario” había ganado el primer premio en el concurso de cuento Caldas 75 años, pero fue una edición hecha muy a webo, por decirlo de algún modo.

El ejemplar que compré fue editado por la Biblioteca de Escritores Caldenses (Manizales, 1980) y rebosa de errores y chapuzas por todos lados: En lugar de usar fascículos de hojas dobladas y cosidas, fue cortada y pegada a la brava con la mancha chueca; las tapas son de vil cartoncillo en donde sólo le pusieron el título, el autor y la editorial; la fuente elegida para imprimir el texto era larga, recta y sin serifs, ya sabrán los feo que fue leerlo; además el cuidado editorial fue nulo, por lo que salieron dos que tres tecladazos por aquí y por allá, y para acabarla de amolar hay errores recurrentes como “sinembargo”.

O sea, una edición hecha nada más para salir del compromiso, quizás hasta haya sido hecha así con toda la mala fe.

Lo fabuloso de este volumen precariamente editado es que son cuentos interesantes. Lo primero que sale a relucir es que el autor también sabe de poesía, cuando a un escritor se le dan ambas cosas se nota en su retórica y en las figuras que emplea; la segunda cosa que se ve es la ausencia de nombres propios, pero no a la manera de Saramago, aquí no hay personajes sino descripciones, lo más próximo a un nombre propio son los oficios como “el leñador” o circunstancias como “Él”, peor todavía, hay cuentos en este volumen en los que de plano el único personaje es nuestro querido amigo “Anónimo”, sí, ese muchachón que encabeza raids auto-organizados en 4chan.org, que igual que fue Fuenteovejuna es en la actualidad el Jefe Final de los internets y que es uno y a la vez legión y que, sobre todo, jamás perdona.

Como esos textos son la multivoz de Anónimo, sobra decir son textos muy intensos en los que igual se lincha -linchar es uno de los pasatiempos de Anónimo- o se siente terror o pura rabia animal. Realmente no recuerdo haber leído textos así en este lado del hemisferio.

Cuando terminé de leer este volumen me fui al oráculo y le pregunté por este autor, me dio varias páginas en las que dan cuenta que casi 30 años después ha seguido publicando y escribiendo, su bibliografía es sumamente extensa y sin embargo (“sinembargo”) ésta parece tener nada más relevancia local, dentro de la zona de Manizales. Un escritor mexicano u argentino de menos de 40 años ya estaría manteniendo un blog o habría fundado una revista o algo por el estilo. Pero a Adalberto Agudelo Duque parece no importarle mucho lo de los interwebs o esa perruna lucha por sobresalir, pues está por ahí pacientemente esperando a que lo descubran… o quién sabe, a la mejor ya sus huesos reposan bajo el suelo fértil de Manizales y uno ni en cuenta.

1 comentario:

  1. Muchas gracias por el comentario; tienes toda la razón: "Primer Cuentario" no se destaca precisamente por su cuidada edición, pero una claridad es necesaria: "sinembargo" en lugar de "sin embargo" es usada voluntariamente por el autor, que, de paso, sigue vivito y, si no coleando, sí escribiendo bastante (http://mornatur.wordpress.com/2009/08/20/pelota-de-trapo-de-adalberto-agudelo-duque/) y constituye uno de los mejores ejemplos de lo que hace la literatura comercial con los autores de mejor calidad pero sin las influencias o el dinero para hacerse publicar por las "grandes" editoriales, pero que tienen sin duda obras mucho mejores que las que atestan los anaqueles de las librerías.

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