domingo, 12 de julio de 2009

Chin Chin el teporocho

Hubo un tiempo, ya lejano, en que Armando Ramírez fue un joven valor de la literatura chilanga, cuando llevaba puesto un pantalón de mezclilla, una chamarrilla de pana con borrega por dentro y calzaba tenis o zapatos comunes. Cuando todavía no escribía de Tampendécuaro y sus joviales ciudadanos o salía en la tele ataviado en unos esmóquines tan pasados de moda como mayativos haciendo recorridos culturosos o realizando colaboraciones humorísticas en alguno que otro programa de radio. Fue en esos idos tiempos cuando Armando Ramírez escribió Chin Chin el teporocho.

Qué puedo decir, es una literatura hiperrealista debido a un descuido deliberado, deliberado por parte de la editorial y deliberado por parte de Ramírez, que entregó una carta a los editores y que éstos reprodujeron en el libro, pidiendo que la novela fuera publicada tal cual, con todos los horrores de dicción, ortografía y de oído, según que para darle mayor realismo a la novela, pues bien, descuido o hiperrealidad, es un dolor leerla así; ya que uno se acostumbró al dolor te topas con que está escrita en diálogos hilados que caen y caen y caen uno tras otro, uno tras otro, amenos, llenos en efecto del espíritu de Tepito y otros de los que entonces eran los barrios periféricos, los arrabales de la Ciudad de México.

Sí, es un libro bueno, más tomando en cuenta que Armando Ramírez tenía 19 años cuando se la publicaron y que su educación formal había sido tan buena como la de cualquier joven mexicano de principios del siglo XXI.

Lo interesante es esto que encontré por aquí sobre cómo escribe:

…pretendo escribir mentándoles la madre. No me interesa tener el respeto de la clase media, de la universidad o las sociedades culturales, nunca tuve una beca ni me he acercado a los grandes vudús para que me palmeen la espalda

Escribir como el Manitú te dio a entender, el sello que realmente distingue a los contendientes de los pretendientes, quizá debamos conseguir otro de sus otros trabajos. Digo, a final de cuentas aburrido no es.

Además de que el señor se puede rentar para asustar a los niños que no quieren tomarse su sopa.

Chin Chin el teporocho, Armando Ramírez, Editorial Novaro, 1972, Naucalpan, Estado de México.

2 comentarios:

  1. Por aquello de las casualidades este libro lo pude conseguir, ya desgastado y viejo, sin las ultimas hojas cosa que lamento hasta ahora. Lo lei y es uno de mis favoritos. Podra tener los peores errores pero eso si, te atrapa a mas no poder. Es una realidad aplastante, que lo inunda a uno con su verborrea tepiteña. Es grandioso este tipo que supo contar las cosas de una manera admirable y a la vez irreverente. Otro de sus libros "Cronica de los chorrocientos mil dias del barrio de tepito" es tambien excelente. Tiene un capitulo "Ratero" que es un excelente relato de genero negro que supera con mucho a lo anda escrito por ahi. Incluso hasta pelicula lo hicieron, como el chin chin. No, si este Armando, es genial!

    ResponderEliminar
  2. Este muchachón definitivamente sabía lo que estaba haciendo, a mí me dolieron los ojos leyendo ese ejemplar de Novaro, pero el que uno haya logrado terminar ese libro a pesar de todo ya dice algo, ¿no crees?

    ResponderEliminar