domingo, 28 de febrero de 2010

No te dije que te quitaras porque entonces no te hubiera podido atropellar

Elba Esther Gordillo
Hela aquí, más mala que la bruja de Blanca Nieves, pero con peor dicción. Image via Wikipedia
Juan Sánchez Andraka es uno de los esos casos raros dentro del mundo editorial mexicano en que un autor se vuelve bestseller a partir de la publicidad de boca en boca, nomás conozco su caso y el de Salvador Borrego, cuyo caso es todavía más extremo, pues sus escritos pro nazis han sufrido toda clase de boicots y de vetos y sin embargo sus libros y conferencias se venden bien.
Pero de quien comentaremos en este post es de Juan Sánchez Andraka, periodista guerrerense cuyos libros no son vetados o boicoteados, o promocionados, e igual se venden bastante bien. Su libro más reconocido es Un mexicano más que narra cómo un muchacho sumamente observador y en términos generales bueno y con ganas de aprender aprende, en efecto, cómo es que debe ser un mexicano si quiere progresar: taimado, hipócrita, doblemoral, zalamero con los poderosos y  despótico con los menos afortunados que él; practicante de la ley del menor esfuerzo, reacio a la competencia, afecto a las redes amiguistas y un largo, erecto y eyaculante etcétera.
¿Cómo fue que se llevó a cabo su aprendizaje? Pues nada más observando las contradictorias costumbres nacionales, viendo qué es lo que hacen las personas que transan avanzan en la vida y qué es lo que hacen aquellos a los que les suele ir mal, todo dentro del microcosmos de su poblado natal y familiar.
Así, en las primeras páginas el muchacho expresa su terror por ir a la escuela, el cual se le va quitando conforme va avanzando por la prepa y ganando “puntos” con sus maestros gracias a su extraordinaria memoria –primer detalle crítico: la educación en México privilegia la memoria por encima del razonamiento-, en particular con uno.
Este maestro es como el ideal de todo lo que un hombre mexicano quiere ser cuando sea grande: listo, entretenido, lleno de buenas palabras para los demás, con una familia amorosa recluida en su casa, para que no sea problema cuando vaya por la vida seduciendo a otras mujeres, ustedes saben, particularmente si son jóvenes… aficionado a la bebida, o sea, es muy hombre.
Este maestro no sólo le daría clases de civismo (lol), sino que le enseñaría todo lo que un mexicano necesita saber en la vida para triunfar en lo que se proponga. Le saldría un competidor, pero éste atraería la ruina sobre sí por ser frontal y sincero y también por defender su ideales, defender tu ideales es una cosa que no se debe hacer en México. El protagonista descubriría bien pronto que renunciar a ellos no nada más te da libertad de acción, sino que además el mero acto de renunciación a ellos te trae premios, reconocimientos y tratamiento especial de parte de los poderosos –segundo punto crítico: generaciones completas de políticos mexicanos fueron atraídos así al sector juvenil del PRI, luego por qué nos sorprendemos de que sean propenso a cambiar de chaqueta-; este asunto nos llevaría a un tercer punto crítico: la educación en México, a principios de los 60, ya era una broma macabra. Los exámenes de opción múltiple son diseñados para que incluso un inepto certificado pueda sacar la máxima calificación, lo que nos lleva a un cuarto punto crítico: En el sistema educativo mexicano los talentosos o se mueren de aburrimiento o se suicidan o se vuelven holgazanes.
Y así van saliendo situación crítica tras situación crítica. La lista es interminable, además de los detalles obvios que son narrados seudosimplistamente.
Platiquemos de la escuela de este muchacho: Dicen que es la mejor de la región por la gran disciplina que le infunden a los alumnos -ojo, no es la mejor en aprovechamiento, nada más endereza a los muchachos, ¿ya vieron?, es otro punto crítico- su uniforme es el más codiciado por los padres… pero en realidad la escuela está así de bien –relativamente hablando- porque el director es el compadre del presidente municipal, ¿a qué les suena esto?
El director es presentado como la suma de todas las falsedades que el mexicano común no se cuida de ocultar. Insufrible, despótico, aferrado al puesto, obviamente doblemoral –reprende al prota por cometer un abuso en contra de la rana y su objeto amoroso, el del prota, en una misma acción, pero es aficionado a la fiesta brava-, afirma que un hombre debe ser protector y respetuoso con las mujeres “porque son más débiles” (ROFLCOPTER), pero ya en la práctica las ve más bien como “intercambiables”… y así.
Este libro ya fue hecho película, pero se encuentra enlatado, tampoco me sorprende saber eso.
En las últimas páginas el muchacho, ya bastante aventajado en su aprendizaje, afirma su decisión de salir de su pueblo a estudiar, posiblemente en la Gloriosa UNAM, “algo fácil: leyes”, confiado en su poderosa memoria y a rodearse de amigos que le habrán de servir para avanzar sobre los demás. Sus ideas éticas sobre el bien, el mal y el amor, ya fueron pandeadas, ahora él es ya un mexicano más para beneplácito del PRI.
Recomiendo ampliamente la novelita, es extremadamente corta y la distribuye una editorial minúscula en una edición más parecida a las que hacían en Tampico para las Normales de verano, que a pesar de los pesares lleva ya a estas alturas del juego más de 45 ediciones seguramente, y digo eso porque mi ejemplar es del 2002 y es la edición número 43. La primera salió en 1966, lo que significa que el libro fue escrito entre 1964 y 1965.
Así que, bola de pazguatos, creían que la maestra es la fuente de todo lo mal que hay en la educación de México, ¿eh?, ¡pues tengan! La maestra Elba Esther Gordillo no es más que el producto más refinado del sistema educativo priista cuya principal meta no era que México progresara, sino que el PRI se mantuviera al mando.
Y lo lograron según se ve, porque se pudo sacar al PRI de Los Pinos, pero no del corazón de los mexicanos.
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viernes, 19 de febrero de 2010

Un poeta joven nacido en 1934

Una de las cosas que más me zurran de la República de las Letras es que todo es bulgar y bil autopromoción.

Cierto es que si no apareces en todo momento en los medios, ya sea escribiendo en perióquidos, revistas, gacetas, gacetillas; comentando en la tele y el radio asuntos de quemante actualidad o recomendando libros, o incluso teniendo polémicas más o menos bizantinas o defendiendo causas pías como los indígenas, los niños de la calle, el país y el maíz y el --tomo aire-- Tratamiento Ético a los Animales, pues no vendes porque eres invisible.

Pero mientras eso sucede, hay otros que simplemente se dedican a lo suyo, y son muy buenos en ello, pero que pasan de noche y en patines para desgracia de la banda.
Y en esa situación me cae un libro pequeño y módico escrito por alguien que dice llamarse Gerardo Deniz, de nombre Alebrijes.

martes, 2 de febrero de 2010

El gran Sergio Zurita

En una antigua entrada aquí mismo escribí de Jorge Dorantes, El Llorch, posiblemente el escritor más prometedor de la primera década del siglo XXI y que lamentablemente se ha quedado en eso, en promesa, en esa misma entrada había dicho que Sergio Zurita trabajaría hasta el final de los tiempos para el doctor René Franco. Y no, no resultó así.
Sergio Zurita, en una decisión acertada, creyó que su traje de bufón le quedaba chico y que era la hora de empezar a ejercer su propio dominio. Pero de eso no se tratará esta entrada, sino de su escritura.
El que le diga bufón no es un insulto, un bufón tenía una función importantísima en la corte de un rey medieval, pues era él, usando el humorismo, quien le indicaba al poder sus errores. Y eso era Sergio Zurita en La Taquilla, quien usando el cerebro –y el señor es ni más ni menos que el cerebro más rápido del Oeste- le indicaba al doctor Franco, y también a los faranduleros, cómo ño, su errores y traspiés.
Al igual que muchas personas que admiro, sabe bien que México ha fracasado y que seguirá fracasando mientras la macuarriza que nos gobierna siga en pie en todas sus formas, empezando por el PRI y terminando con los delirios de grandeza que el loser común que habita nuestro territorio recibió de su madre.
Es más conocido por su labor en los medios, empezó ejerciendo como reportero cultural y de espectáculos. Ojo, para él ambas cosas son en realidad la misma, de ahí se comienza a ver la antipatía que despierta su figura en el ambiente culturoso. Luego, el doctor Franco, tras tenerlo de chalán en El Economista, se dio cuenta de su talento y se lo llevó cuando emprendieron en FM Globo el proyecto de La Taquilla.