martes, 2 de febrero de 2010

El gran Sergio Zurita

En una antigua entrada aquí mismo escribí de Jorge Dorantes, El Llorch, posiblemente el escritor más prometedor de la primera década del siglo XXI y que lamentablemente se ha quedado en eso, en promesa, en esa misma entrada había dicho que Sergio Zurita trabajaría hasta el final de los tiempos para el doctor René Franco. Y no, no resultó así.
Sergio Zurita, en una decisión acertada, creyó que su traje de bufón le quedaba chico y que era la hora de empezar a ejercer su propio dominio. Pero de eso no se tratará esta entrada, sino de su escritura.
El que le diga bufón no es un insulto, un bufón tenía una función importantísima en la corte de un rey medieval, pues era él, usando el humorismo, quien le indicaba al poder sus errores. Y eso era Sergio Zurita en La Taquilla, quien usando el cerebro –y el señor es ni más ni menos que el cerebro más rápido del Oeste- le indicaba al doctor Franco, y también a los faranduleros, cómo ño, su errores y traspiés.
Al igual que muchas personas que admiro, sabe bien que México ha fracasado y que seguirá fracasando mientras la macuarriza que nos gobierna siga en pie en todas sus formas, empezando por el PRI y terminando con los delirios de grandeza que el loser común que habita nuestro territorio recibió de su madre.
Es más conocido por su labor en los medios, empezó ejerciendo como reportero cultural y de espectáculos. Ojo, para él ambas cosas son en realidad la misma, de ahí se comienza a ver la antipatía que despierta su figura en el ambiente culturoso. Luego, el doctor Franco, tras tenerlo de chalán en El Economista, se dio cuenta de su talento y se lo llevó cuando emprendieron en FM Globo el proyecto de La Taquilla.

 Tampico, finales de los 90, estaba yo girando la perilla de un radio dado al queso cuando me encontré con la voz de Daniel Bisogno y la de otro güey cantando la versión en inglés de Tu cárcel del Buki. Esa otra voz era la de Sergio Zurita y era el único de los que formaba parte La Taquilla que no conocía. Y obviamente el que más gordo me caía de todos, hablaba con una suficiencia y una arrogancia y no tenía la más remota idea de qué hacía él que me preguntaba varias veces por semana “¿Y este pendejo qué? ¿Qué ha hecho para opinar de esa manera?” Por supuesto había hecho ya muchas cosas, nomás que desde Tampico es difícil ver eso si consideramos que el teatro en el Sur de Tamaulipas es una de las 300 mil cosas que valen gorro.
Pronto los chispazos de su humor socarrón y de su ingenio lo volvieron parte de las razones del éxito que alcanzó La Taquilla en todo el país y que todavía mantiene.
Hemos leído algunos cuentos de su autoría y seguimos su blog mientras estuvo vivo aunque todavía no hemos visto o leído sus obras, pero sí sabemos que es de los dramaturgos contemporáneos más exitosos y ése es otro motivo de la tirria que el ambiente cultural le guarda. Él mismo lo sabe. Muchos dramaturgos y directores de teatro afirman que si igual tuvieran un programa de espectáculos en los que se digan chismes de famosos y les sirviera de refilón para promocionar sus obras, éstas tendrían aun más público que el que va a las obras del Zurita.
Ergo, el problema del teatro en México se resolvería dándole a cada dramaturgo un programa farandulero. No mamen.
Hay muchos escritores e intelectuales que sí lo aprecian, pero una vez que estaba leyendo sobre una obra de teatro en la cual participó como coproductor y como actor (creo que era El Oeste solitario), en el suplemento Laberinto del Mileño hablaron maravillas de todo mundo, hasta de los tramoyas, pero a él, que formaba parte importante de esa compañía, ni lo mencionaron.
A su estilo lo encuadro dentro de la literatura portátil, él mantiene una tensa convivencia consigo mismo, tiene simpatía por su propia negritud (y eso que es más blanco que un menonita), sus relatos insinúan una sexualidad extrema, es capaz de ir a cualquier parte del mundo, tiene ausencia de grandes propósitos, es insolente e innovador, pero sobre todo, su literatura cabe dentro de una maleta y se puede llevar a cualquier parte.
La principal diferencia entre el Llorch y el Serch es que este último ha asumido su faceta creadora con mucha mayor decisión, decidí escribir sobre él en esta ocasión porque hace unos pocos meses el Zurita comenzó su proyecto propio “Dispara Margot, dispara”, que no termina de agarrar forma por cierto, también decidió no pagar el hosting de su blog en lo que terminaba un guión de un cine, una obra de teatro, algo a la mejor es una novela y sepa dios qué más, y ya no se lo estuvieran graffiteando. Esta acción indica que no comprende bien cómo funciona el Internet… y que de seguro de niño era muy troleable.
Mas él ya dijo que para los Oscar vuelve a subir su blog. En realidad le cuesta sobrellevar sus dos facetas de personalidad pública y de creador juntas, pues no sabe tampoco qué es lo que buscan su fans cuando se le acercan, si nomás estar con él, conocerlo, pedirle ayuda de aprendiz a creador, fungir de rémoras de su fama o algo peor.
En lo que son peras, manzanas o puánes, en este blog nocturno nos declaramos sus fervientes fans y hacemos preces por que pronto las cosas en su programa comiencen a caminar realmente bien y todos los proyectos que emprendió este año que terminó sean triunfadores.
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