martes, 31 de agosto de 2010

Paisajes después de la batalla

Despues de la TormentaNo es París, pero da una idea del libro. Image by PiggBox via FlickrHabía una vez un barrio parisino llamado El Sentier, este barrio era muy típico de la Ciudad Luz, todo, hasta los inmigrantes, encajaban bien hasta que un día ocurrió la catástrofe: pintas en un idioma inintelegible oriental comenzaron a cubrir las paredes del barrio. Hay quienes acusan de tal desastre a un personaje peculiar que se hace llamar a sí mismo "el Reverendo", el mencionado Reverendo, por otro lado, afirma para sí mismo que es en realidad un amanuense. Alguien que se dedica a tomar nota y escribir sobre la situación en la que se encuentra Francia, París y El Sentier.
Después de varios siglos de cómplice y cobarde silencio sobre el genocidio del pueblo oteka, exterminado por las hordas tártaras, con la connivencia del Celeste Imperio y otras potencias asiáticas, hemos decidido pasar a la acción...
La narración es fluída y se encuentra repleta de esas pequeñas incorrecciones que cometen con toda la mala intensión aquellos que ya dominaron la ortodoxia del castellano y que, como paso lógico, buscan estirarlo a la heterodoxia. Las aventuras del Reverendo lo llevan a realizar actos de troleo como escribir cartas a las estaciones de radio sobre sus "preferencias sexuales" (masturbar perros en la vía pública); seducir lolis con la ayuda de un ratoncito blanco, lolis a las que después les dedica poemas y anagramas que redacta sobre árboles de parques y paredes; escribir en el periódico El País textos científicos y pseudocientíficos; contestar y enviar a periódicos locales mensajes personales de índole hardcore por los lulz; entrar a los cines pornos de Saint Denis para... analizar la concurrencia; mantener alejada de sus correrías a su invisible esposa, de la que se dice que está prisionera en el piso de junto; inmiscuirse en grupos tanto terroristas como separatistas, y que por eso mismo es considerado por más de uno como un monstruo.
El Reverendo declara que él estaba ensimismado, vivía como un anacoreta en su piso del Sentier hasta que un día salió a la calle y se encontró con el paisaje. Su barrio, su ciudad, su país estaban tomados por las venidos de fuera. Que él también se sintió ultrajado por las pintas escritas en ¿árabe?, ¿paquistaní?, ¿bengalí? Que esas mismas pintas lo llevaron a ser el amanuense que dice ser. Sin embargo, los que siguen sus correrías dicen que lo han visto consultar astrólogos, brujos y santones africanos, admirar la danza árabe y ponderar con mirada conocedora los artículos que los mercachifles le ofrecen en la calle. Él, por su parte, dice que le repugnan los extranjeros, la pobreza en que viven, la suciedad que les rodea y el modo en que contaminan el entorno, pero que lo que más le enoja es que se sienta como un extranjero en su propio barrio gracias a ellos.
¿Cuál es la verdad del Reverendo? El bloguero hace notar al lector que el Reverendo no es un narrador de fiar, cuenta lo que le conviene, la embellece o la ensucia según le sienta, nos muestra los recortes de aquellas noticias que le viene bien a la construcción de su mundo, además las modifica, hace lo posible para que le creamos, rara vez sabemos qué es lo que realmente sucede en su mundo.
También hacemos notar que Juan Goytisolo afirma tener un doppelgänger -o un maldito suplantador- al inicio del libro, y el Reverendo además tiene fijación por las fotos de lolis que tomó el escritor conocido como Lewis Carroll. Ello nos hace suponer lo que realmente es nuestro protagonista.
Este libro necesita muchas lecturas porque es básicamente un laberinto de espejos, lo cual hace que el bloguero lo recomiende ampliamente a pesar de llevar una nada más.
Y que gire el hamster.
Paisajes después de la batalla, Juan Goytisolo. 
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