martes, 3 de mayo de 2011

La casa de las bellas durmientes

Yasunari Kawabata
Yasunari Kawabata (Photo credit: Huang Xiang and William Rock).
Cuando leí Memorias de mis putas tristes de Gabriel García Márquez me enteré de la existencia de este otro. Según fue la inspiración del de García Márquez, pero sabedor de queal colombiano le raya el culebrón y el melodrama, y que también Yasunari Kawabata fue el mentor de alguien como Yukio Mishima, sentí que los libros sólo compartían un ángulo, una simple arista de la temática: la vejez.

Éste no es el primer libro que leo de Kawabata, antes había leído País de nieve, sí ustedes se han dado una vueltecita por este sitio sabrán que ese libro nos lo agenciamos en una venta nocturna del Fondo de Cultura. Y a pesar de que también es una novela melodramática, el estilo es bastante distinto al del nobel colombiano.

Gabriel Garcia MarquezImage via Wikipedia Pues la novela comienza bien, un señor de 67 años, ya viejo para la época que describe la novela, está por empezar una forma de perversión nueva: dormir -nada más dormir- junto a jovencitas narcotizadas desnudas. Ya que está anciano y por lo tanto, es inofensivo para la seguridad de la jovencitas, puede dormir con ellas ante la sagacidad de la señora que atiende la casa. Hay reglas, claro está, de qué no puede hacer, y al ser este hombre básicamente de buen corazón, no se atreve a romperlas, y se limita a yacer desnudo junto a adolescentes vírgenes desnudas, lo cual lo lleva a recordar a todas las mujeres que amó en su vida.


Ahí mero radica la diferencia, Memorias de mis putas tristes es como el renacimiento de un protagonista que acaba de cumplir 90 años tras enamorarse de una jovencísima prostituta, creo que de 13 años; La casa de las bellas durmientes por su parte es una especie de preparación para la muerte, de ahí que el comience a recordar las mujeres de su vida. La última parte tiene partes de plano surreales.

Y al final, el estilo de Kawabata, preciso, contundente, prevalece sobre el de García Márquez, cuyo libro no pasa de ser un ejercicio que no trasciende más allá. Y mientras me zampaba este libro, también disfrutaba de Tokyo Blues de Haruki Murakami, escritor japonés contemporáneo que muchos ya quieren darle el Nobel de literatura, nada que ver digo yo...


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