Yasunari Kawabata (Photo credit: Huang Xiang and William Rock). |
Éste no es el primer libro que leo de Kawabata, antes había leído País de nieve, sí ustedes se han dado una vueltecita por este sitio sabrán que ese libro nos lo agenciamos en una venta nocturna del Fondo de Cultura. Y a pesar de que también es una novela melodramática, el estilo es bastante distinto al del nobel colombiano.

Ahí mero radica la diferencia, Memorias de mis putas tristes es como el renacimiento de un protagonista que acaba de cumplir 90 años tras enamorarse de una jovencísima prostituta, creo que de 13 años; La casa de las bellas durmientes por su parte es una especie de preparación para la muerte, de ahí que el comience a recordar las mujeres de su vida. La última parte tiene partes de plano surreales.
Y al final, el estilo de Kawabata, preciso, contundente, prevalece sobre el de García Márquez, cuyo libro no pasa de ser un ejercicio que no trasciende más allá. Y mientras me zampaba este libro, también disfrutaba de Tokyo Blues de Haruki Murakami, escritor japonés contemporáneo que muchos ya quieren darle el Nobel de literatura, nada que ver digo yo...
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