martes, 18 de mayo de 2010

El hombre que fue Jueves

Corin Tellado supporting an internet claim for...

Corín Tellado no aprueba el contenido de este artículo Image vía Wikipedia

Hace un ratote que me leí esa novela de G. K. Chesterton, y no había podido escribir al respecto por varios motivos que salen del alcance de este blog (ay ay ay). Fue de las primeras que me refiné cuando tenía La Habilidad recién adquirida, sí, ésa que me permitió leerme más de 40 libros el año pasado más lo que me aventé de la chamba. En este caso ya le traiba ganas por un solo detalle: La edición de Seix Barral que tengo tenía una notita en la página legal que daba fe de que la traducción la hizo Alfonso Reyes, ahí nomás.

Lo que hallé fue todavía mejor, resultó ser una novela policiaca de las buenas pero con el plus genial de que se lee en muchos niveles.

De qué trata es bien conocido ya: un agente especial de la policía británica se logra infiltrar en el consejo supremo de una sociedad secreta anarquista, sociedad que tiene por único fin la destrucción de la civilización tal como se le conoce, más simple y más claro no puede estar explicado el objetivo. Los miembros de ese consejo llevan como nombre clave cada uno de los días de la semana y al protagonista le toca ser nada menos que “Jueves”, de ahí el nombre del libro; el líder del consejo, “Domingo” alias “Domingo de Sangre”, es un ser descrito como “sobrehumano” por su tamaño, inteligencia y apariencia. La admiración que despierta en el consejo sólo se equipara al temor que suscita… y ya no digo más. Es quizá de las mejores novelas que he leído y que seguramente leeré en mi vida.

Respecto a sus muchos niveles se puede decir cualquier cosa, que es una gran novela policiaca, que está repleta de aventuras, pero también que tiene un contenido significante sobre la dualidad del bien y del mal y su eterna lucha, que cuando el mal parece tener el control en realidad es el bien quien tiene el control, o al revés; y que también podría ser la pasión de Cristo vuelta a narrar, una pasión en la que todos son Pedro y Judas al mismo tiempo.

El Fondo de Cultura Económica ha sacado una edición ultrabarata de este mismo texto con la misma traducción de Alfonso Reyes, si alguno de mis lectores prefiere perderse esta delicia es porque tiene el sentido de la belleza atrofiado y preferiría, por decir algo, queso amarillo americano en rebanadas en lugar de un buen Camembert; las telenovelas de TV Azteca en lugar de algunas de las series de HBO y, desde luego, leer en el Vanidades alguna novelita de Corín Tellado. Bu.

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